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@Javpolo

Un blog muy personal

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Una librería cierra, una amiga del alma se va

Los lectores empedernidos tenemos nuestras librerías preferidas. Yo procuro huir de las más grandes, de las cadenas y, por supuesto, de las plataformas online; prefiero refugiarme en esas más pequeñas donde nadie te agobia, el librero te conoce por tu nombre y, como ya se sabe tus gustos, te recomienda libros. Tengo al menos una librería de “cabecera” en cada una de las ciudades por dónde más me muevo: Sevilla, Málaga, Lisboa, Barcelona o, cómo no, Madrid.

Hoy he sabido que en esta última ciudad tendré que buscarme una nueva para asignarle ese lugar predominante en la república independiente de mi cabeza, ya que la que ostentaba hasta ahora tal dignidad ha cerrado definitivamente sus puertas. La librería Nakama de Madrid, mi amiga del alma (que eso es lo que significa Nakama en japonés), ha cerrado sus puertas.

Rafa y Miren me han ayudado a escoger libros, me han dado interesantes conversaciones, me han dado regalos curiosos por leer y si no me dieron ninguno de sus vermús poéticos fue porque los escasos domingos que estoy en Madrid suelo tener demasiados ofrecimientos de vermú. En esa librería siempre me acogieron con mucho cariño, porque también hay acogida en las librerías que se gestionan desde el corazón y desde la empatía. 

No les ha sido fácil; después de sobrevivir a una pandemia, los ha matado una “inundación catastrófica” (así nos lo hicieron saber) que primero los ha mantenido cerrados durante tres meses. Finalmente hoy han anunciado que no volverán a abrir las puertas de su local. Al final, la poesía no es ajena a los accidentes y la salud intelectual no te prepara para lidiar con caseros, peritos, contratistas…

Su suerte es que serán libreros toda su vida, lo han sido gracias a Nakama y lo seguirán siendo hasta que mueran, aunque nunca vuelvan a sentarse detrás del mostrador de una librería. Mi suerte es que no faltaran libreros que ocupen su lugar. En un mundo donde todos hemos sucumbido a la transformación digital, el libro se ha convertido en la aldea gala que ha resistido los embates de las pantallas.

Que existan personas así, dispuestas a emprender desde el cariño, desde el afecto, es lo único que nos llena de esperanza. Gracias “amiga del alma” por haber compartido tu riqueza poética siete años y dos meses con todos nosotros.   

Opiniones compartidas en: Irispress y La Mar de Onuba

El tiempo (y el tren) perdido

Existe una preciosa librería en Granada llamada “El tiempo perdido” que les recomiendo. Abrió hace menos de un año y es un rincón único para los amantes de los libros y de las librerías. Pueden pensar que les hablo de ella hoy porque para abrir una librería en los tiempos que corren hace falta más que valor; igual en el futuro escribo sobre esto, pero no hoy. Si la traigo a colación es porque el padre de Daniel, el librero, no ha podido conocer aún ese proyecto de su hijo más que en fotos.

Daniel es hijo del humorista, cantante, compositor y comunicador Paco Aguilar. Paco vive en Sevilla y padece esclerosis múltiple. A pesar de ello, y de que no puede caminar, lleva una vida completamente autónoma gracias a un carro eléctrico con el que es habitual verlo por las calles de su ciudad natal. Va y viene a su trabajo en Canal Sur Radio, al mercado, viaja solo y, en general, su vida no es tan diferente a la del resto de los mortales. Pero claro, su autonomía personal está condicionada al motor de su silla que hace que esta no se pueda plegar ni se puede transportar de cualquier manera o guardarse en el maletero de un vehículo convencional. Por ello sus medios de transportes quedan reducidos a dos: trenes y vehículos adaptados (los conocidos eurotaxis) y aquí es donde entra la desconocida, para él, librería granadina de su hijo.

Entre recortes, malas decisiones políticas -tomadas en la sede del Ministerio de Fomento y ejecutadas por Adif y Renfe-, por desidia y por vete tú a saber qué otras cosas, Granada está incomunicada ferroviariamente. No es posible llegar en tren a la cuarta ciudad de Andalucía y sede del monumento más visitado de España. Si quieres ir en tren desde Sevilla, como es el caso, al llegar a Antequera tendrás que abandonarlo para continuar el recorrido en autobús; algo que es una incomodidad para la mayoría de los usuarios del transporte público, pero que invalida esta opción para personas como Paco. La única manera para él de acudir a la ciudad donde reside su hijo, es contratando sendos eurotaxis que lo lleven hasta allí y lo devuelvan a casa; algo que, no hace falta explicar, convierte en prohibitivo el trayecto para cualquier economía.

Aunque en honor a la verdad hay que decir que podría ir de otra manera, curiosamente la incomunicación ferroviaria que padece Granada sólo le afecta a los ciudadanos de a pie; el tren turístico de lujo Al Ándalus no tiene ningún problema para acceder a la ciudad a través del nudo ferroviario de Moreda.

Resumiendo, Paco tiene dos posibilidades, siempre que esté dispuesto a gastarse una fortuna en el viaje: ir en taxis adaptados o apuntarse a un viaje turístico de lujo por una Andalucía que ha recorrido infinitas veces trabajando.

Lógicamente los deseos de un padre por conocer in situ el proyecto de su hijo no deja de ser una anécdota, pero cambien la librería por una enfermedad o por cualquier otro tipo de desgracia; piensen en la cantidad de personas que no pueden disponer de un coche propio para trasladarse o no pueden usarlo, como es el caso que les expongo. Es intolerable que en la era de la movilidad una ciudad de la relevancia de Granada permanezca aislada de conexiones públicas, recibiendo exclusivamente promesas de un memorable futuro envuelto en el papel de un veloz AVE.

Pero además de este agravio ferroviario la ciudad de la Alhambra no vive precisamente unos buenos años, únanle la deslocalización del tribunal Superior de Justicia de Andalucía, los agresivos recortes en la sanidad, el cierre del Museo Arqueológico…

Gobernar no es gestionar recortes. Gobernar es pensar en todos, es solucionar, es ilusionar… pero sobre todo es respetar a los ciudadanos y Granada es la ciudad andaluza que en este momento está más falta de ese respeto por parte de los gobernantes.

(artículo original publicado en Irispress)

Me gustan las librerías

javpolo_lisboa_devagar

Siento una poderosa atracción por las librerías. Por todas ellas y por los mercadillos y ferias de libros. Me gusta entrar, ojear los libros, buscar y rebuscar. Sean modernas o antiguas, de libros nuevos o usados; allí me entretendré y de allí difícilmente saldré sin llevarme algún libro, o alguna revista, bajo el brazo.

Es algo inexplicable ya que me pasa desde niño, cuando difícilmente era capaz de leerme un libro, y me sigue pasando ahora en cualquier lugar del mundo, aunque el idioma en el que estén escritos los textos sea inescrutable para mí.

En muchas ciudades tengo mis librerías favoritas a las que acudiré siempre, aunque eso me obligue a aparcar otras visitas “imprescindibles” según las guías turísticas al uso.

Es además una relación entre el libro y yo que no he podido sustituir. El sentir el libro entre mis manos es algo que tengo asociado en mi subconsciente con la lectura y no he logrado, hasta el momento, sentir lo mismo cuando eso mismo texto lo leo en el ordenador o en un e-book.

Esta afición me ha causado en alguna ocasión problemas con la facturación de mis equipajes; de todos es sabido que el papel es lo que más pesa y, cuando se trata de coger aviones, ese no es un problema menor. Tampoco es menor el problema de conservarlos en los ridículos pisos que hoy habitamos o en las ocasiones en las que nos toca hacer mudanzas.

En cualquier caso, es algo que hago, como digo, desde niño y creo que es algo que me acompañará el resto de mis días.

Me gustan las librerías

javpolo-Ler-devagarSiento una poderosa atracción por las librerías. Por todas ellas y por los mercadillos y ferias de libros. Me gusta entrar, ojear los libros, buscar y rebuscar. Sean modernas o antiguas, de libros nuevos o usados; allí me entretendré y de allí difícilmente saldré sin llevarme algún libro, o alguna revista, bajo el brazo.

Es algo inexplicable ya que me pasa desde niño, cuando difícilmente era capaz de leerme un libro, y me sigue pasando ahora en cualquier lugar del mundo, aunque el idioma en el que estén escritos los textos sea inescrutable para mi.

En muchas ciudades tengo mis librerías favoritas a las que acudiré siempre, aunque eso me obligue a aparcar otras visitas “imprescindibles” para las guías turísticas al uso.

Es además una relación entre el libro y yo que no he podido sustituir. El sentir el libro entre mis manos es algo que tengo asociado en mi subconsciente con la lectura y no he logrado, hasta el momento, sentir lo mismo cuando eso mismo texto lo leo en el ordenador.

Esta afición me ha causado en alguna ocasión problemas con la facturación de mis equipajes; de todos es sabido que el papel es lo que más pesa y, cuando se trata de coger aviones, ese no es un problema menor. Tampoco es baladí el problema de conservarlos en los ridículos pisos que hoy habitamos o en las ocasiones en las que toca hacer mudanzas.

En cualquier caso, es algo que hago, como digo, desde niño y creo que es algo que me acompañará el resto de mis días.

Cierra un teatro, perdón, una librería

libreria-beta-SevillaLa librería Beta ubicada en el que fuera teatro Imperial de la calle Sierpes echará el cierre dentro de unas semanas. Pondrá fin así, después de diez años, a ese original proyecto de una librería en lo que fue un teatro; a ese placer de rebuscar libros en el espacio donde muchos de ellos fueron representados.

Bueno, en realidad la librería no se cierra, solo se traslada unos metros, pero a un local convencional tras no haber podido llegar a un acuerdo de renovación del contrato de alquiler con el dueño del teatro.

Una pérdida más para la ciudad y un nuevo apunte en nuestro libro de la nostalgia.

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